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miércoles, 23 de febrero de 2011

Adiós a María Elena Walsh


Este 10 de enero murió María Elena Walsh. Poetiza, escritora, música, dramaturga y cantautora. Referente incuestionable de la literatura infantil, marcó en ésta un antes y un después. Su obra es fecunda y se reimprime permanentemente. Escribió más de cuarenta libros, donde abundan los juegos de palabras, la ironía y el humor. Sus versos trascendieron las fronteras en las voces de Mercedes Sosa y Joan Manuel Serrat, entre otros.
Lectora incansable y escritora precoz publicó su primer poema a los 15 años en la revista 'El Hogar', y su primer libro de poesía, 'Otoño imperdonable', en 1947, un año antes de terminar sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Especialmente famosa por sus obras infantiles, de su pluma nacieron personajes maravillosos como Manuelita la tortuga de Pehuajó y libros geniales como ”Tutú Marambá”, “El reino del revés” y “Dailán Kifki”.
Dejó huella en más de una generación y cautivó no sólo a los niños. En la década del 60 estrenó en el San Martín “Canciones para mirar” y en 1979 en plena dictadura militar la edición “Desventuras en el País-Jardín de infantes” puso en palabras lo que muchos otros no se atrevían siquiera a pensar. Le aportó lo suyo a la canción de protesta, desde su gran clásico “La cigarra” convertido en himno de resistencia contra la dictadura hasta 1983, y aportó una nueva mirada a la inmigración con “zamba de Pepe”
También se hizo tiempo para defender la letra emblemática del idioma español, en su ingenioso artículo "La eñe también es gente". Es que, como afirmaba la propia autora, "hay demasiado mundo mudo.
En 1985 fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y en 1990 recibió el Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba. En 1991, fue galardonada con el Highly Commended del Premio Hans Christian Andersen de la IBBY (International Board on Books for Young People).

María Elena Walsh es y será un símbolo de la literatura y la recordaremos como una de las mejores compañeras que tuvo nuestra niñez.

"Yo sé que estoy en vísperas de lo desconocido:
Un presagio madura tristemente en mi pulso.(...)

Que el silencio presida mi pavorosa angustia.

María Elena Walsh, Otoño imperdonable, 1947)